Editorial

Regular la inteligencia artificial

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En los próximos años se irán sintiendo con cada vez mayor intensidad los efectos económicos y sociales de la extendida adopción de tecnologías de inteligencia artificial (IA) y automatización en un sinnúmero de planos, desde el trabajo a la educación, la producción a las comunicaciones, o la salud al sistema democrático y los servicios públicos.

La irrupción de la inteligencia generativa popularizada por Chat GPT el año pasado visibilizó e imprimió urgencia a un debate -más bien, a un conjunto de muy variado de debates- sobre las formas en que las nuevas tecnologías impactan en las sociedades y sobre los mecanismos subyacentes -tecnológicos, económicos e institucionales- que lo hacen posible.

Se necesitará alcanzar un delicado equlibrio que entregue protecciones sin asfixiar la innovación y la inversión.

Esa nueva urgencia en el debate público se ha manifestado especialmente en la discusión sobre cómo regular la IA, respecto de lo cual existen dos enfoques macro: el de los riesgos y el de las oportunidades. Ninguno de los dos es enteramente “correcto” o “equivocado”, por supuesto, y justamente el gran desafío de cualquier regulación será encontrar un razonable equilibrio que proteja de los riesgos sin ahuyentar las oportunidades.

El proyecto sobre IA que ingresó al proyecto en abril se inclina más por reducir los riesgos y sancionar los malos usos que por impulsar su potencial (sin desconocerlo); el Gobierno ha anunciado que enviará enmiendas y enfatiza, precisamente, el desafío de conciliar la prudencia con la necesidad de hacer apuestas en un campo muy prometedor.

A muy grandes rasgos, lo que se trata de lograr es, por un lado, asegurar un uso ético de la IA, mitigar su costo social y económico, y respetar derechos y libertades humanos; y por otro lado no desincentivar la innovación y el progreso con excesivas restricciones, manejar un entorno tecnológico complejo, en continuo y rápido cambio, y evitar los efectos no deseados de una sobrerregulación.

El desarrollo de la inteligencia artificial necesita un marco de reglas ampliamente discutidas y acordadas, pues dejarlo al solo arbitrio del mercado no parece sabio. Pero se necesitará un delicado enfoque que entregue protecciones sin asfixiar la innovación y la inversión. Iniciar esa discusión es un necesario primer paso.

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